Ha sido un duro invierno de copiosas lluvias, lo que ha impedido desarrollar las faenas de la ganadería con normalidad, así hasta días pasados no se pudo llevar a cabo el herradero, con los becerros ya más desarrollados lo que hizo un poco más laborioso su marcaje.
Guarismo 9 (año de nacimiento), número a fuego, la marca de la casa y la U de la U.C.T.L, todo un carnet de identidad que le acompañará de por vida, ya han pasado más de diez días y algunos empiezan a “pelar” el hierro. La señal en las orejas puerta y escobado.
Cárdenos, entrepelados, negros, estos son los toros del 2013, y con la que está cayendo… Quizás por entonces se haya dado la vuelta a la tortilla, y el encaste Santa Coloma haya regresado al circuito taurino nacional… Son las imágenes de los supervivientes, una especie en peligro de extinción, han sido menospreciados, han ido desapareciendo sin hacer ruido, pero algunos todavía permanecen, observando como La Fiesta de la que han sido injustamente apartados agoniza, y conocedores del pasado glorioso de su encaste, saben que su momento está aún por llegar.
He de decir que últimamente se aprecia en La Afición una demanda creciente del encaste Santa Coloma, empiezan a abundar las voces que reclaman la presencia de estos mal llamados “encastes minoritarios”, empieza a cansar la llamemos “monotonía”….. En todos los aspectos de la vida es necesaria la pluralidad, y en los toros no puede ser de otra manera. Por otro lado la emoción es imprescindible en La Fiesta, es la motivación del espectador, lo que le lleva a la plaza, y ahora está prácticamente desaparecida, y si La Fiesta se convierte en algo mecánico, fácil y previsible entonces tiene los días contados. Entre todos tenemos que recuperarla, es necesario el componente irracional, el de tragedia, el espiritual de la lidia del toro, es una parte de nuestra cultura y tenemos que conservarla.
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